por Soul Artist » Dom Jul 04, 2010 5:00 pm
-¿Puedes sentirlo?
Puppet se encontraba cabizbaja, murmurando otra vez, en la sala de Efialtes. No era consciente de lo que estaba diciendo. Era incluso difícil si estaba consciente bajo el dominio de Venom. Pero nada de aquello le importaba a la imponente y gran figura que tenía delante.
-Sé que puedes, hermana –señaló el hombre-. Como yo, lo compartes. Por nuestras venas recorre la misma sangre. Bebimos el agua de Aqueronte y rechazamos así nuestro pasado. Nuestro maestro común lo hizo por nosotros.
La figura rodeó a Puppet, caminando a su alrededor, mientras ésta seguía murmurando.
-Alguien me encontró y me socorrió –siguió él-. Cogí a la chica e hice con ella lo que me ordenó. Pero no caí en las garras de Venom. Debo romper tus cadenas, y no sé cómo…
La figura se llevó una mano al pecho, donde la mitad de una insignia relucía con la poca luz artificial de la habitación. Significaba mucho para él, aunque no sabía la razón.
-Hermana…
Puppet levantó la vista, despertando de su sueño. Ignoró a la figura completamente, mientras ésta se echaba a las sombras.
-Volveré a por ti –aseguró el hombre-. Por ti.
Freya observó la cara de Gambit. No mostraba nada del chico que le gustaba; valiente, decidido… Nada. Sólo miedo al ver el aspecto de su padre. Echó su mirada hacia atrás, donde Bruto yacía en el suelo, a los pies de Sopho, que se había colocado la máscara.
-¿Por qué no me das un abrazo, Miles? –preguntó, ampliando sus brazos- Hace tiempo que no ves a papá.
Gambit no sabía cómo reaccionar. Freya lo notó y le agarró el hombro, apartándole. Dios un paso adelante, que provocó que cayera de rodillas por el dolor provocado por la herida de Devil, y observó a Samurái.
-Aléjate de él –ordenó. Samurái echó una risa hacia sus adentros.
-¿Y tú me vas a detener? Me gustaría ver qué haces con ese pie.
-Me gusta el caos que estáis originando –se unió Sopho desde su posición-. ¿Asuntos familiares sin resolver? Son los mejores.
-¡No te metas! –le gritó Gambit. Sopho se juntó de hombros.
-Sólo os recordaré que el tiempo está en vuestra contra.
Inahf abrió la puerta de la despensa. Daba a unas escaleras descendentes, directamente a la oscuridad pura. Y una luz señalaba directamente a un detonador.
Bajó y observó a su alrededor; los explosivos estaban alrededor.
-Así pues, yo me despido –anunció Sopho.
-No hemos acabado contigo –señaló Freya-. Tengo asuntos que ajustar respecto a eso de atarme.
-Me complace que una mujer de tales… Atributos… -los ojos de Sopho iban directamente a los pechos de Freya- Quiera dedicarme un rato, pero el reloj no juega a mi favor.
Sopho rompió el cristal de la ventana con su capa y se asomó a ésta. Freya quiso detenerle, pero ya era tarde; el muchacho había saltado a través de ésta.
-Tiene razón –admitió Samurái, sacando su katana-. Acabemos con esto.
El Killer se lanzó directamente contra Gambit, en su objetivo de atravesarlo como una víctima más. The Death reaccionó y con un rápido movimiento se lanzó contra su enemigo.
-¡Déjale en paz! –gritó mientras lo derribaba. Samurái cayó al suelo junto a él, soltando la espada.
-Mira que eres pesado. No cambias, ¿eh?
-Prometí que le protegería.
-Eres tan obseso como tu madre.
-¿Mamá? –preguntó Gambit rápidamente. The Death bufó.
-La policía está equivocada, Miles –contestó Samurái-. ¡Yo la maté! Y hace cinco años, cuando intenté hacer lo mismo contigo, tu hermano tuvo que… Atravesarme con su katana de coleccionista.
Samurái apartó a the Death de su lado y se levantó, prosiguiendo con su explicación.
-No sabes lo frustrante que es que te atraviesen con un arma de coleccionismo. Samuel había dado algunas clases… ¿A que no adivinas con quién? ¡Con el padre de dos Players de este Game, Saixion y Arte! –observó a the Death y se acercó al suelo para recoger su katana- Irónico, ¿verdad?
>>Todo el Game está conectado. Venom pensó en todo para cerrar el capítulo del de hace cinco años, inconcluso por un simple Player al que dejé vivir. Pero es que no puedo matarle a él sin matarte antes a ti, Miles. ¡No puedo!
-¿¡Y por qué no!? –gritó éste, furioso. Samurái sonrió.
-Porque eres como tu madre. Tienes la misma…
The Death se lanzó nuevamente contra Samurái. Éste se vio sorprendido y no pudo oponer resistencia. Logró empujarlo cerca de las ventanas, casi tirándolo, pero sin éxito. Samurái enfureció y agarró a Samuel por la ropa, alzándolo levemente.
-¡Déjame en paz de una vez! –ordenó el Killer.
Con un rápido movimiento, lo lanzó por la ventana, destrozando uno de los cristales.
La primera reacción de Gambit fue correr hacia Samurái para ayudar a su hermano, aunque fuera tarde. Freya le vio y corrió hacia él, a pesar del dolor del pie.
-¡Gambit, no! –le pidió. Samurái observó a su hijo menor y sonrió.
-Di adiós, Miles –le ordenó-. Libera tus pecados interiores y únete con la luz.
Samurái agarró su katana y la colocó en posición de ataque. Gambit no opuso resistencia. No podía moverse, estaba bloqueado y paralizado. Y Samurái lanzó su ataque.
Freya no pudo evitarlo. Debía hacerlo.
Apartó a Gambit y recibió la estocada en su lugar.
El joven Player sólo pudo ver desde el suelo cómo su padre le clavaba la katana en la costilla derecha de su amada. Se levantó rápidamente y gritó.
-¡No! –gritó alargadamente.
-Estúpida cría –Samurái observó a la Intruder a los ojos, que estaban llorosos por el dolor que experimentaba-. Siempre en medio.
-No tocarás a Gambit –aseguró ella entrecortadamente y dolorida-. No lo harás. Él es especial.
-¡Monstruo! –Gambit notaba cómo estaba a punto de explotar. Notaba cómo perdía el control de sus manos, del temblor de éstas. Notaba como si un aura le rodeara. Cómo algo se le subía a la garganta y dominara toda su cabeza. Rabia. Ira. Samurái lo observó.
-Hora de acabar con esto, Miles –anunció Samurái, agarrando con fuerza el mango de la espada y listo para arrancarla del cuerpo de Freya.
Pero Gambit fue más rápido. Se lanzó contra su padre y le golpeó en el estómago con una fuerza descomunal. Samurái se tambaleó, incapaz de reaccionar, y el joven vio su oportunidad. Se lanzó contra él y con una patada lo lanzó por la ventana. El Killer se agarró a ésta, intentando evitar la caída.
-¡Miles!
Gambit se asomó a la ventana. Las nubes en el cielo estaban grises, mostrando una lluvia inminente. Samurái observó los ojos de su hijo, inhumanos, furiosos.
-Esta caída es de sólo un piso –le recordó-. No me matarás. Mañana será un nuevo día; un nuevo y último día en este Game. No podrás escapar de mí entonces, te lo aseguró. ¡Te mataré!
-Puedes intentarlo –le animó él, pisoteando su mano.
Samurái soltó un grito de dolor y se soltó, cayendo contra el suelo. Gambit se apartó de la ventana, lanzando una última mirada de odio a su padre.
Fue corriendo a socorrer a Freya, la cual se encontraba en el suelo, atravesada por el arma del Killer. Gambit la levantó, intentando reanimarla.
-¡Freya! –la llamó- ¡Contéstame, por favor!
-Miles… Me duele, joder…
Gambit apartó la espada de ella. Arrancó una de las cortinas y cerró la herida con ella.
-Te pondrás bien, te lo aseguro –prometió-. Tenemos que irnos. Este lugar va a explotar de un momento a otro.
Gambit la levantó, intentando que caminara. Dieron juntos unos pocos pasos hasta el pasillo, donde ella terminó por derrumbarse en el suelo. El joven la apoyó en la pared.
-Debes irte… -murmuró ella.
-No sin ti, Freya –los ojos de Gambit comenzaron a llenarse de lágrimas-. No te perderé.
-Escúchame… -Freya tragó saliva- Debes acabar con Samurái con su propia arma… Se enfada si otros la usan…
-¡No hables y camina! –le ordenó él, intentando levantarla. Pero ésta le apartó.
-No voy a salir de esta, Miles –murmuró ella-. No lo haré.
-¿Y qué haré yo? –preguntó llorando- ¿Qué haré sin ti? Tú me das fuerzas… Tú me has dado las suficientes para aguantar y salir adelante… No puedo sin ti…
Freya le miró a los ojos directamente. Supo lo que tenía que hacer. Supo cómo podía salir adelante. Se llevó una mano al cuello y sacó el colgante que recibió hace años del desconocido que le salvó y se lo entregó a Gambit en la mano.
-Te equivocas –aseguró-. Nadie tiene más fuerza que tú. Y ésta es la prueba.
Cerró la mano de Gambit cuidadosamente con el colgante en él. Gambit no entendía lo que le decía.
-Freya, yo… Ni siquiera sé tu nombre.
La Intruder sonrió. Se acercó a Gambit y le besó en los labios. Un último beso para despedirse de él antes de morir; es lo único que quería. Apartó sus labios y se acercó al oído de Gambit.
-Aireen.
Gambit se negaba a separarse de ella. Agarraba con fuerza la katana de Samurái.
De golpe, al final del pasillo surgió una figura. Llevaba una máscara parecida a la de un demonio con la boca sellada. Freya pareció reconocerle inmediatamente.
-Vete, Gambit –le ordenó-. Vete.
-No sin…
-¡Márchate!
-¡No!
Freya golpeó el suelo con fuerza. Aquello hizo que los cimientos bajo ellos, desgastados por el tiempo, se rompieran definitivamente y la parte del pasillo donde se encontraba Gambit se derrumbara. Freya quedó arriba a solas con Efialtes.
-¡No me iré sin ti! –aseguró Gambit- ¡Voy a por ti, Freya! ¡Aguanta!
Gambit desapareció. Freya tosió y notó cómo la sangre salía de su boca. Efialtes había estado observándola, pero ahora caminaba hacia ella.
-He oído que eres inmortal –aseguró Freya. Sacó su pistola de la cintura y comprobó que estaba cargada-, que las balas no te hacen nada y que te haces con las almas de sus víctimas.
Freya se apuntó a sí misma.
-Pues que sepas que jamás tendrás la mía.
Gambit escuchó un disparo a lo lejos desde el interior de la mansión. Y algo no le gustó en aquello. Se dio más prisa por llegar
Apenas tardó un minuto en llegar al hall, completamente vacío. Se dispuso a salir de allí escaleras arriba cuando vio desde fuera a Inahf. No le dio importancia si no fuera porque llevaba encima lo que parecía un detonador, cuyos cables recorrían todo el pasillo del ala este de la mansión.
Iba a detonarla.
Se lanzó afueras de ésta, intentando pararla.
-Va por ti, papá –afirmó ella.
-¡Por favor, detente! –rogó Gambit a unos metros de la Player- ¡¡Detente!!
Inahf empujó el detonador. Apenas un segundo después, todo lo que estaba a espaldas de Gambit explotó en un gran mar de fuego.
-¡¡Freya!! –gritó inútilmente.
El joven notó cómo todo caía ante sus pies. El fuego que tenía delante, las ruinas de la mansión, todo…
Freya había muerto.
Por su culpa.
Venom se llevó la mano a la barbilla y se acarició la perilla. La zona donde estaba la mansión acababa de explotar en un gran mar de llamas que perfectamente se apreciaba desde su despacho. Sonrió para sí mismo. Y comenzó a reír como nunca había reído.
Más que cuando se convirtió en Creator. Más que cuando Neipol acabó con Madmahon.
Había ganado la partida.
Triple Siete volvió a revisarlo. No cuadraba.
Se encontraba en el depósito de cadáveres, revisándolos todos cuidadosamente. Había algo que fallaba. Los informes hablaban de algo que faltaba allí. ¿Quizá Venom estaba investigando con él? No sería de extrañar, conociendo sus circunstancias. Pero…
Una gran explosión se escuchó desde la lejanía.
Triple Siete se giró del susto y salió de allí corriendo, directamente al pasillo. Observó por la cristalera y vio una gran bola de fuego en las afueras de la ciudad. La mansión van Maggon había caído.
-Precioso, ¿verdad?
El joven se giró al oír la voz.
Una figura alta y grande, oculta en las sombras, se encontraba apoyada en la pared. Triple Siete se llevó la mano a su cintura y sacó su arma, un bastón corto, y pulsó un botón. Del bastón surgió un filo parecido al de un hacha, y el arma se alargó ligeramente. A pesar de ello, el hombre no se asustó.
-A Venom no le gustan los intrusos –le advirtió Triple. El hombre no mostró ninguna sorpresa.
-Oh, pero es que yo no soy ningún intruso –aseguró-. A mí me invitaron.
-¿Estás seguro de que quieres seguir jugando?
-Ya tengo entendido que Venom es ahora Creator –señaló el hombre-. ¿Y bien? ¿Qué viene después?
-Nada que te importe.
-Te equivocas. Lo que haga con esta isla me importa.
El hombre levantó una mano y Triple Siete pudo ver algo parecido a una carta en ella. La oscura figura se la lanzó a través del suelo, llegando a los pies del joven.
-Dale eso de mi parte.
Triple Siete se agachó a recogerlo y observó que el sobre estaba cerrado por un sello con un dibujo en forma de corazón con una luna menguante boca arriba. Juraría haber visto eso antes.
-¿Y de parte de quién…?
Cuando el joven levantó la vista, el hombre ya había desaparecido.
Tercera copa de vino para celebrarlo.
Venom no paraba. Se encontraba demasiado feliz para hacerlo. Se bebió la copa de golpe y siguió observando los restos de la mansión desde su despacho. Ya había llegado el atardecer, pero las nubes que amenazaban con lluvias y tormenta no cesaban.
Cuarta copa de vino para celebrarlo.
Era el mejor vino que tenía. Mejor que el de la Round 6. Era el Creator absoluto de aquel nuevo Game, ¿no merecía celebrarse por todo lo alto? Y, según sus cálculos, debían quedar… ¿Tres o cuatro Players? Oh, sí. Tomó la mitad de la copa y sonrió.
-¡Puppet!
La chica obedeció a la llamada como un muñeco sin vida y se acercó a la cristalera.
-Di “Venom es el mejor Creator del mundo.”
-Venom es el mejor Creator del mundo –reprodujo ella, sin sentimientos latentes. Él sonrió.
-¡Me encanta cuando hablas! Tu voz es tan… -Venom buscó la palabra. Tanto beber vino comenzaba a estar patente en sus acciones- Melódica, eso es. ¡Deberías ser cantante!
Puppet no contestó. Venom se acercó a ella y le quitó el casco lentamente. Sus ojos, vacíos y verdes, miraban fijamente a la nada.
-¿Sabes? Todavía recuerdo aquella noche –aseguró Venom-. Y no sabes cuánto me gustaría repetirla. Quizá, hoy mismo… O ni hace falta esperar…
-¡Jefe!
Triple Siete interrumpió en el despacho con un portazo. Parecía alarmado y llevaba un sobre en la mano, como si fuera algo urgente.
-¡Jefe, tengo noticias!
Venom gruñó y se apartó de Puppet.
-Oh, Triple Siete. A ti te quería ver.
El joven dejó la carta sobre la mesa.
-Dos cosas, jefe. La primera, tenemos un intruso en el edificio que me ha dado esto para ti. Y la segunda, he revisado los cadáveres y…
-¿Falta alguno? –preguntó Venom sin darle importancia.
-No, ninguno con el que no estés experimentando ya. Pero…
-Triple, quería hablar contigo seriamente de algo –dijo ebrio Venom, terminándose la cuarta copa de vino.
-Vale, pero primero escúcham…
-Estás despedido.
Triple Siete abrió los ojos como platos. El mundo sobre el que se encontraba se rompió en miles de pedazos con aquellas palabras.
-¿Qué? –preguntó en voz baja.
-Soy el malo –explicó su jefe mientras se preparaba la quinta copa de vino-, y tú eres demasiado… Buenazo. Ya no matas. Desde lo de Griet que no lo haces. Quieres ayudar a todos, y eso sólo me ocasiona daños a mí y a mi empresa. Y ahora que dicha empresa ha tenido una serie de… Cambios… No puedo permitir que nadie se me interponga. Así que he despedido a la mayoría de trabajadores, y ahora vienes tú.
Triple Siete no se terminaba de creer lo que le estaba diciendo.
-¿Pero qué gilipolleces dices? –preguntó con la mandíbula apretada.
-También Ter está despedido, avísale cuando le veas.
-¡No puedes despedirme! –gritó Triple Siete, golpeando con fuerza el escritorio de Venom- ¡¡Soy tu hermano, joder!!
Venom dio otro trago a la copa de vino.
-Hay un helicóptero en lo alto del edificio –señaló Venom-, y un barco esperándote a las afueras de la isla, a varios kilómetros de distancia. Ahora, desaparece de mi vista.
No. Lo que estaba pasando no era posible. El joven guardaespaldas miró con odio a Venom.
-Has cambiado, Amadeus.
Triple Siete salió del despacho de Venom, furioso, y cerró con un portazo. Una vez más, el nuevo Creator se quedó a solas. Ya había anochecido a su espalda. Sólo le quedaba la muñeca de trapo a la que llamaba Puppet y su vino. Se echó la sexta copa y la miró con tristeza.
-Lo sé, Isaac –aseguró para sí mismo-. Lo sé.
Estaba oscuro. Unas pocas luces iluminaban lo más alto del Big Building, donde se encontraba Triple Siete fumando un cigarrillo, apoyado en uno de los dos helicópteros. Había jurado dejar de fumar, pero no podía. Se encontraba realmente estresado y furioso.
Despedido por su propio hermano mayor. Odiaba admitirlo, pero se estaba convirtiendo en lo que era su padre, Amadeus Box Senior. Maldito Venom. Maldito todo.
El joven observó su reloj; las seis y media de la mañana, y todavía no se había ido. No había tenido el valor para abandonar aquella isla, su hogar durante tanto tiempo. Iba a echar aquello tanto, tanto de menos…
Triple Siete se dio cuenta de que a su lado se encontraba una figura oculta en la oscuridad. Rápidamente la iluminó con su linterna, pensando que era el hombre grande, pero se tranquilizó al ver una máscara roja con la boca sellada.
-Ah. Eres tú, Efialtes.
El juguete de Venom no se movió ni dijo nada. Triple Siete le ignoró.
-He sido despedido, ¿te lo puedes creer? Por mi propio hermano. Es como… Una pesadilla. Claro que, ¿qué te voy a contar a ti de pesadillas?
Efialtes continuó clavado en su sitio.
-¿Y ahora qué haré? No podré volver a mirar a Amadeus a la cara nunca más. Ni siquiera en Navidad –el joven rió para sus adentros-. Bueno, nuestra familia no es que estuviera nunca muy unida. Sólo nos quedaba Ter. Nos despedimos de Rixtin hace tanto tiempo…
Efialtes permaneció pasivo.
-Tal vez ahora… Tal vez pueda dedicarme a saber qué fue de ella. Amadeus tiene razón; he cambiado desde que ella… Desde lo del Ataque Gris.
Triple Siete observó a su oscuro amigo.
-Mejor me voy ya. Seguro que Amadeus te ha enviado para echarme de una vez.
El joven se montó en el helicóptero y lo puso en marcha. Observó que Efialtes había avanzado hasta la puerta. Lo observó con extrañeza y vio que llevaba en la mano un sobre.
-¿Qué es eso? –preguntó.
Efialtes se lo entregó en la mano y Triple Siete lo recogió. Al hacerlo, el extraño hombre se giró y desapareció entre la oscuridad. El joven miró el sobre con algo de misterio y vio el destinatario. Allí no estaba su nombre. Ponía, claramente, “al ganador del Game”.
Triple Siete bufó. ¿Qué coño le importaba a él el ganador del Game? Por él, Amadeus se podía meter aquello por el culo. Lo aplastó con la mano y lo echó a la parte trasera del helicóptero, vacía. Cogió los mandos e hizo despegar aquello.
Ya se iba. Desaparecería de aquel lugar…
… Para siempre.
Samurái observó cómo Triple Siete despegaba el helicóptero y salía de allí. Sonrió para sí mismo. Aquello sólo dejaba un helicóptero.
Puppet y Efialtes se encontraban con él. Samurái se colocó su máscara y los observó.
-¿Estáis preparados, pequeñas marionetas?
Ninguno de los dos dijo nada. Samurái echó una carcajada.
-Perfecto. Preparaos para la batalla final.
Gambit observó desde la entrada del Big Building cómo un helicóptero salía volando. Le acompañaba Inahf, a la que no le había contado nada de lo de Freya. Estaba destrozada como para hacerlo.
Se acercaba el momento final.
-Creator ya ha enviado el mensaje final –explicó Samurái-. Los Players que quedan vendrán aquí a por el último helicóptero.
Sopho observó la cara de Venom en uno de los pasillos del Big Building, con su rostro oculto por la máscara de Bruto. Dirigirse a lo más alto y coger el helicóptero, evitando a Samurái. Perfecto.
-Aquí caerán todos juntos. Los tres acabaremos con ellos, sin darles ni la más mínima oportunidad. Somos los Killers; matamos.
Inahf observó a Gambit con timidez.
-Ahí está la última frontera –señaló ella. Gambit afirmó con la cabeza.
-No cumpliremos nuestros deseos, como Sponsor… Creator, nos prometió. Pero ésta es nuestra oportunidad de salir de aquí y demandarle ante los medios para que caiga su imperio. Sólo quiero ver cómo acaba destruido por la justicia.
Inahf afirmó con la cabeza. Ella quería lo mismo.
-Tenemos, además, algo con lo que jugar un rato con uno de los Players –aseguró Samurái, observando una figura que tenía sobre rodillas y maniatada en el suelo-. ¿Verdad, Samuel?
The Death no dijo nada.
Sopho apartó la vista de su móvil y clavó su mirada en la pared que tenía enfrente.
-Así que debo hacer lo que me pides antes de irme de aquí, ¿verdad?
Una figura grande y alta que se encontraba a su lado afirmó con la cabeza.
-Correcto.
-Podemos morir –Samurái miró a la luna, en el cielo. Es como si le sonriese, allí…-. Pero es imposible perder.
-¿Y qué ganaría yo con eso? –preguntó Sopho. La figura levantó más la cabeza.
-Caos.
-Estoy seguro de que sigues un plan. Eso no es caos.
-Créeme –la figura le dio la espalda-, ni siquiera yo sé qué va a pasar después.
-El destino ha hablado –Samurái bajó la vista de la luna-. Ya se ha ganado la partida.
-¡No vamos a perder! –aseguró Gambit con el puño hacia lo alto del Big Building- ¡Hoy acabará todo, antes de que amanezca!
-¡Por todos los Players que han ido detrás de nosotros! –gritó Inahf.
-¿De qué lado estás? –preguntó Sopho a la figura- Yo soy neutral. Pero tú buscas algo. ¿Eres de los buenos o los malos?
-¿Realmente existe el bien o el mal? –filosofó la figura- ¿Realmente unas acciones pueden determinar a gran escala si hemos obrado con justicia?
-¡Ganaremos! –gritó Gambit. Con aquello, se adentró hacia el interior del Big Building.
-No existe nada de eso –continuó la figura-. Sólo existimos nosotros. El resto da igual.
-Venom tiene el futuro asegurado –aseguró Samurái-. Su plan no se detendrá. Y unos pocos Players no podrán lograrlo.
-Cuánta razón tienes –afirmó Sopho-. Te ayudaré.
-Gracias –agradeció la figura, antes de desaparecer entre la oscuridad del pasillo.
Gambit e Inahf entraron en el ascensor. Pulsaron el último botón y clavaron su mirada en las calles de Game City antes de que las puertas se cerraran. Para bien o para mal… Sería la última vez que las verían.
-Acabemos con esto.
-Provoquemos caos –susurró Sopho, subiendo las escaleras.
Samurái se giró hacia el ascensor y sonrió.
-Ya vienen.
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Dos capítulos más. Dos, y el Game habrá acabado.
Tic, toc... Bienvenidos a la Final Round.